En la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos tenía cientos de bases por toda Europa, y una de ellas se situaba muy cerca de esta bella localidad. Gran parte de los soldados llegaron a ella con estos vehículos pero al finalizar la contienda y desmantelarse el asentamiento el retorno era un hecho.
Ante los altos costes que suponía embarcar los coches de vuelta, un importe superior al valor de los propios vehículos, la opción pasaba por el abandono. Para ello optaron por el bosque de Chatillon. Tras el abandono por parte de sus dueños legítimos, nadie quiso hacerse cargo de ellos, por lo que los lugareños los dejaron todos en el bosque.
Han pasado ya 70 años desde que este paraje silvestre comenzara a convertise en un cementerio inundado por la corrosión y él óxido, y donde la naturaleza se ha apoderado de los restos que allí quedan, formando una imagen pintoresca y extrañamente atractiva, de la que solo algún lugareño se atreve a disfrutar.
Nosotros también nos atrevemos, incluso, a compartirlas: deleitaos con las imágenes cortesía de Amusing Planet.
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