Hoy en día los coches -sobre todo en gamas algo más altas- incorporan sistemas de asistencia al aparcamiento que facilitan una de esas tareas que pueden hacernos pasar un mal rato de cuando en cuando. A los sensores de proximidad se suman cámaras traseras con guías de aparcamiento que hacen que la marcha atrás sea cosa de niños, pero poco a poco aparecen modelos que pueden buscar huecos y aparcar sin intervención del conductor.
Todas estas novedades tecnológicas son fantásticas, pero resulta irónico que ya en 1927 ya se pensara en este tipo de sistemas y hubiera quien los solventara de una forma especialmente ingeniosa: con unas ruedas delanteras que giraban sobre su eje 90 grados para permitir que el aparcamiento en paralelo fuera mucho más sencillo.
Un vídeo curioso, ¡no hay nada nuevo bajo el sol! Jajaja
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