Lo que hace unas décadas era tan solo una idea imaginativa algo futurista, hoy es casi una norma en los entornos urbanos que pretenden transformarse en smart cities. En algunas ciudades europeas como puedan ser Berlín, Oslo o Madrid, ahora somos capaces de hacer uso de vehículos que no nos pertenezcan abonando los minutos de uso de los mismos.
Es la movilidad como servicio, Mobility as a Service (MaaS) en inglés, un concepto que está revolucionando cómo nos desplazamos en el interior de las ciudades. Promete aliviar la congestión urbana, limpiar la atmósfera, hacer ahorrar a nuestros bolsillos y minimizar el impacto sobre el medio ambiente de la fabricación de los vehículos. Te explicamos en qué consiste la movilidad como servicio.
De la compra de un vehículo a su alquiler por minutos, así funciona el MaaS
El modelo tradicional de uso de un vehículo ha sido mayoritariamente la compra del mismo, especialmente en países como España o países de latinoamérica, en los que la posesión todavía puede verse como un símbolo de estatus social. Sin embargo, el alquiler en sus distintos tipos (por días, renting, leasing…) se abrió paso, primero de cara a empresas y luego hacia particulares.
Hace unos años, con la llegada de los smartphones, también llegaron aplicaciones que permitieron a la movilidad dar un salto conceptual: el coche compartido (carsharing). BlaBlaCar es la alternativa más conocida de este tipo de movilidad compartida, para la que el usuario selecciona en una aplicación origen y destino, y el sistema le muestra a otros conductores y pasajeros que realizan su mismo recorrido.
El carsharing fue el primer gran paso hacia la movilidad como servicio para vehículos pequeños (el tren, el avión o el barco ya usaban esta mecánica), ya que en lugar de tener que poseer el vehículo en propiedad o alquilarlo en su totalidad, el pasajero podía optar a alquilar una única plaza, y ni siquiera de cara al trayecto total del vehículo.
Dentro de las ciudades empezaron a surgir otro tipo de ideas, esta vez de cara a la movilidad sostenible, que hacían uso de la movilidad como servicio. Para fomentar el uso de las bicicletas, muchos ayuntamientos instalaron aparcamientos públicos de bicis que podían ser usadas por sus ciudadanos. Copenhague fue pionera en 1995, Sandnes (Noruega) le siguió un año después, y entre 1998 y 2005 la iniciativa del bikesharing se extendió a decenas de ciudades.
Amsterdam, Berlín, París, San Sebastián, Valencia, Milán, Barcelona,… la lista de ciudades que se ha sumado al bikesharing no deja de aumentar, pero el movimiento de movilidad como servicio también ha llegado a coches y motos.
MaaS, de un modelo basado en la compra a un modelo basado en servicios que cambia la movilidad en coche y moto
Las bicicletas es posiblemente el vehículo más usado en el planeta (solo el 6% de los hogares chinos tienen un coche, cifra que asciende al 17% en India) debido a su economía (son asequibles y no dependen de más combustible que la potencia de nuestras piernas), pero la movilidad como servicio despegó en países como el nuestro (79% de los hogares tienen un coche) cuando incluyó al coche y a la moto en su mecánica.
Hoy día, un habitante de una ciudad como Madrid puede instalarse una aplicación como Emov o Car2Go y buscar el vehículo de carsharing más cercano. Haciendo uso del smartphone se desbloquean las puertas del coche, en el que encontramos la llave. Podremos conducirlo por toda la ciudad de Madrid y aparcarlo en cualquier lugar de la zona centro (depende del tipo de servicio). A estas dos operadoras, que suman más de 1.000 coches eléctricos de carsharing, pronto se sumará la alianza entre Renault y Ferrovial Servicios que traerá una flota de otros 500 vehículos.
También podemos hacer uso de motos eléctricas como las que traen eCooltra (280 motocicletas) o Muving (135). La mecánica es similar a la de los coches, pero contamos con cascos (de uso obligatorio por seguridad) en los maleteros de las motos de motosharing. En ciudades como Barcelona, más dada a la moto, también podemos usar Outo o Yugo.
¿Qué supone para una ciudad la movilidad como servicio?
Las ciudades tienen un gran problema de espacio, debido en parte a que el grueso del espacio público está orientado al vehículo privado. Y no hablamos de su uso (calles o carreteras) sino el lugar donde se almacenan (aparcamientos, parkings).
Un coche de uso normal suele hacer uso de dos desplazamientos diarios, que suelen coincidir con acudir al trabajo y volver del mismo, más ocasionales viajes de fin de semana. Frente a esto, Fernando Izquierdo, responsable de Emov en España, elevó esa cifra a 15 trayectos diarios para cada uno de sus vehículos de flota. Esto es significativo, y trae muchas ventajas para las ciudades:
- los vehículos disponen de mucho más uso a lo largo de su vida útil, y por tanto están mejor amortizados, lo que permite reducir considerablemente el coste por kilómetro o minuto;
Esto significa que personas que no podían acceder a la compra de un vehículo o su alquiler por semanas o días, ahora pueden hacer uso de un tipo de movilidad a medida en la que uno paga por el número de minutos usados.
- no son necesarios tantos vehículos, que podrían reducirse en las ciudades cerca de un 80% (Kaku, 2011), liberando para las ciudades un espacio valioso;
En un ejercicio de imaginación, trata de visualizar cómo quedaría tu calle o barrio si retiramos entre el 97 y el 80% de los vehículos. O, dicho de otro modo, imagina que liberamos el 80% de las aceras que ahora contienen aparcamientos para coches y colocamos sobre ellas jardineras, zonas comunes, carriles bici o paseos.
Las ventajas no acaban aquí. Debido al hecho de que las compañías basadas en MaaS buscan una rápida penetración en las ciudades, y que estas se orientan con bastante firmeza a la reducción de gases de efecto invernadero, casi todas las flotas de carsharing, motosaring, y obviamente de bikesharing, son eléctricas.
Esto significa que la movilidad como servicio y la movilidad eléctrica están muy relacionadas en las smart cities, así como lo están estos dos tipos de movilidad con la conducción autónoma. Por lo general, las ciudades no admiten la entrada de grandes flotas de empresa propulsadas por combustibles fósiles.
Estamos siendo testigos de un cambio de el modelo de movilidad que se sostiene en cómo ciertos avances tecnológicos han modificado la mentalidad de las personas. Estas ya no están interesadas en poseer un vehículo como lo están en poder usarlo, algo que trae beneficios asociados para todos.
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