Durante varios meses, Europa ha estado inmersa en un debate acerca de las velocidades máximas y mínimas adecuadas para circular en las autopistas del continente. Mientras que en países como Alemania existen tramos de autopista, como la famosa Autobahn, donde no hay límites máximos de velocidad (a pesar de un intenso debate en la sociedad en años recientes que busca restringir esta práctica), en contraste, otros países como Estonia imponen un límite de 90 km/h en sus autopistas.
Además, a finales de año, Suiza ha presentado una propuesta para reducir aún más las velocidades, anunciando su intención de limitarlas a 80 km/h en todas las carreteras del país a partir de 2026. Sin embargo, esta medida no sería permanente, sino que se ajustaría según la época del año y las condiciones del tráfico.
En una posición intermedia se encuentra España, donde es ampliamente conocido el límite máximo de velocidad de 120 km/h que se aplica en la mayoría de los tramos de las autopistas. Por debajo de este límite, países como Suecia, Noruega o Chipre establecen velocidades máximas entre 100 y 110 km/h. Sin embargo, también existen numerosos estados que otorgan una mayor libertad de circulación.
Destacan como ejemplos países como Polonia o Bulgaria, que disponen de tramos de autopista con un límite de velocidad de 140 km/h. Asimismo, otras naciones fijan su límite máximo en 130 km/h, como Croacia, Eslovaquia, Rumanía, Luxemburgo, Eslovenia, Hungría, Grecia y Austria.
150 KM/H de límite
En medio de esta diversidad de opiniones, en las últimas semanas han surgido dos nuevos países que también buscan aumentar los límites máximos de velocidad, contribuyendo así a una corriente más permisiva. Esta iniciativa podría potencialmente establecer una tendencia para otros países europeos en los meses venideros. Nos referimos a República Checa y a Italia que suben el límite a 150.
En 2023, República Checa aprobó en su propio Congreso una nueva regulación de velocidad, elevando el límite de 130 a 150 km/h. Esta normativa entrará en vigor a partir de 2026, aplicándose específicamente en tramos seleccionados que cumplan con los requisitos de seguridad necesarios para circular a esta velocidad.
Durante la primavera pasada, Italia siguió el ejemplo, cuando su ministro de Infraestructuras y Transportes propuso elevar el límite de velocidad a 150 km/h en tramos específicos de sus autopistas. La justificación radica en la consideración de que esta velocidad es más adecuada para las infraestructuras y los vehículos modernos. Naturalmente, este límite se aplicaría únicamente en tramos considerados seguros y con buena visibilidad.
Caso de España
En España todo apunta a que, en lugar de aumentar los límites de velocidad, la Dirección General de Tráfico (DGT) estaría más inclinada a reducirlos, como lo ha expresado repetidamente el director general de Tráfico, Pere Navarro. Esta tendencia se ha reflejado en los últimos años, primero mediante la reducción de la velocidad máxima en muchas calles urbanas a 20 y 30 km/h, y segundo, eliminando el margen de 20 km/h permitido en carreteras secundarias al adelantar.
Exceder el límite de velocidad permitido puede tener consecuencias mortales. Según datos de la DGT en el año 2022, casi el 30% de los fallecidos en las carreteras españolas estuvieron involucrados en accidentes donde la velocidad fue un factor determinante.
En este contexto, resulta sorprendente que exista una circunstancia en la que se permita circular legalmente hasta un máximo de 150 km/h en las vías de alta capacidad, como las autovías.
Esta situación se da durante la realización de un experimento o prueba de un vehículo, en la cual es necesario evaluar la conducción a velocidades superiores al límite establecido. Sin embargo, en este caso excepcional, solo se permite superar el límite en un máximo de 30 km/h y se debe portar la señalización V12, que viene recogida en el artículo 47 del Reglamento General de Vehículos.
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