Según el último Informe sobre la situación mundial de la seguridad de la Organización Mundial de la Salud, en todo el mundo 1,25 millones de personas mueren cada año por siniestros viales. En España, esto supone 3,7 muertes por cada 100.000 habitantes. Es un riesgo cierto. Se calcula que 1 de cada 84 fallecimientos son por causas viales, y por eso la siniestralidad vial es un problema de primera magnitud que poco a poco intentan resolver todos los agentes implicados.
Sin embargo, existen algunas causas de mortalidad que, en ocasiones, pasan más desapercibidas pese a su elevado índice de probabilidad. Hablamos, por ejemplo, de la muerte por infarto del conductor. Se calcula que 1 de cada 5 fallecimientos se produce por infarto. De hecho, es la principal causa de muerte hoy por hoy en el mundo. Tanto es así, que los desfibriladores portátiles se están generalizando en determinados espacios de uso público externos al ámbito sanitario, gracias a las diferentes normativas autonómicas que ya contemplan su instalación obligatoria.
¿Pero qué ocurriría si, además, cada vehículo llevase instalado, de serie, un desfibrilador?
¿Qué es un desfibrilador y cómo actúa?
Un desfibrilador externo automático (DEA) es un aparato electrónico que diagnostica y trata la parada cardiorrespiratoria cuando esta se debe a la fibrilación ventricular, esto es, cuando el corazón tiene actividad eléctrica pero sin efectividad mecánica para bombear la sangre, o cuando se debe a una taquicardia ventricular sin pulso, es decir, cuando hay actividad eléctrica pero el bombeo sanguíneo resultante es ineficaz.
La desfibrilación consiste en emitir un impulso de corriente continua al corazón, despolarizando simultáneamente todas las células miocárdicas para luego restablecer el pulso a un nivel eficaz. A continuación podemos ver el impulso eléctrico que produce la despolarización y la correspondiente contracción muscular, además de su representación gráfica en un electrocardiograma.
Se da la circunstancia de que el 80 % de las paradas cardiorrespiratorias se producen fuera de los espacios propios del ámbito sanitario (es decir, fuera de los hospitales y otros centros de atención). Esto ha impulsado la proliferación de los DEA fuera de ese ámbito.
¿Puede llegar a ser obligatorio llevar un desfibrilador externo automático en el coche?
Cada año se producen miles de muertes por infarto. Si trabajamos en términos de prevención, llevar un desfibrilador externo automático en el coche podría resolver una parte del problema. Los fabricantes de vehículos ya hace años que investigan sobre estos temas. Por ejemplo, en 2011 Ford presentó su asiento con control del ritmo cardiaco mediante ECG, en Japón tienen en marcha todo un proyecto sobre la detección de infartos en el coche…
Quizá sea cuestión de tiempo que los DEA ocupen un lugar en el maletero, junto al botiquín de primeros auxilios, que no es obligatorio en España pero sí en países como Alemania. Puede tratarse del siguiente paso en materia de seguridad vehicular, aunque no siempre exista una relación directa entre la atención que se puede brindar con un DEA y el siniestro de tráfico. Por ejemplo, si el DEA se utiliza para atender a un viandante que sufre una parada cardiorrespiratoria en mitad de la calle.
En España ya existe una iniciativa para impulsar la instalación de los DEA en los coches. Bajo la denominación HEALTHY CAR, sus impulsores explican que el protocolo de instalación no debería ser complicado: haciéndolo desde fábrica “saldría a un coste asumible, cada dos años se debería pasar mantenimiento del mismo y cada dos años también habría que dar un curso de conocimientos sobre usar el desfibrilador”. Y seguramente este es el punto más crítico de un dispositivo que puede evitar muchas muertes cada año. Como siempre, no se trata de la herramienta, sino del uso que se le dé.
En la actualidad ese uso es todavía minoritario, si atendemos al potencial que podría tener convertir cada coche en un desfibrilador sobre ruedas. Sin embargo, la formación de los usuarios de ese desfibrilador sería un aspecto vital que se debería tener muy en cuenta. Y eso, recordando que, hoy por hoy, ni siquiera el botiquín de primeros auxilios es obligatorio en la mayoría de los vehículos. Quizá el desfibrilador pueda dar el impulso necesario para que se legisle en todo el ámbito de la Unión Europea acerca de estos aspectos.
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