Josephat Mwangi es un conductor de microbuses que opera en Nairobu (Kenia). Consciente de que el transporte público no es en absoluto accesible a las personas con movilidad reducida en su país, ha decidido poner su energía y su propio matatu (microbús, en suajili) para ayudar al traslado de personas con discapacidad.
La falta de accesibilidad en los autobuses públicos de la capital keniana tiene como consecuencia que quienes usan muletas, bastón o silla de ruedas pasan por muchas dificultades para poder moverse de una ciudad a otra, incluso de un lado a otro de su propia localidad.
Pero Josephat y su ayudante, James Njau, han decidido hacer su pequeña revolución en el barrio de Westland, en la ciudad más poblada del país africano: se dedican a recoger a personas que padecen alguna discapacidad física que no les permite moverse con total autonomía y las traslada de un sitio a otro.
A lo largo de la ruta Kangemi-Westlands, atiende a las personas que no pueden acceder fácilmente al transporte y se ven discriminadas por sus problemas de movilidad para hacer su tratamiento a los centros especializados.
"Antes de conocer a Josephat tenía muchos problemas para ir y volver, sobre todo el tiempo que perdía en la parada de autobús. Podía pasar un buen rato esperando solo para que algún autobús aceptase llevarme a mi destino. Los otros pasajeros dicen que les hacía perder el tiempo", cuenta una de las asiduas al matatu de Mwangi, que afirma que la línea de microbuses le ha cambiado la vida.
"Hago este viaje una vez al día, por la tarde, de lunes a viernes. Desde que empecé a ayudar a personas con discapacidades, he visto que están contentas y ya no sienten estrés a la hora de cruzar la calle. Cuando no aparezco, tengo la sensación de haber faltado a algo", asegura Mwangi.
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