domingo, 29 de enero de 2017

¿Se podría mejorar la seguridad del transporte escolar de nuestros hijos?

Hace apenas unos días nos despertábamos con una terrible noticia en todos los medios de comunicación que jamás debería haber ocurrido. Un autobús escolar volcaba en una rotonda del municipio de Fuenlabrada a primera hora de la mañana, cuando éste llevaba a los niños a sus respectivos centros educativos. Las pruebas realizadas al conductor demostraban que en su organismo había restos de sustancias estupefacientes, cocaína concretamente.
Dentro de la mala noticia, afortunadamente ningún joven resultó herido de gravedad, siendo hospitalizado únicamente un menor por precaución, recibiendo el alta médica unas horas más tarde. Este suceso nos ha llevado a hacernos varias preguntas sobre el control de los profesionales del volante, concretamente de los conductores de transporte escolar.
Según informa la DGT, más de 2.000 vehículos dedicados al transporte escolar han sido controlados durante su última campaña, de los que nada menos que 776 han sido denunciados por diferentes irregularidades. La mayoría de sanciones en estos vehículos están motivadas por irregularidades como no disponer de la autorización específica para el transporte escolar, deficiencias en las puertas de servicio o emergencia y también por no llevar a bordo del vehículo monitor encargado del cuidado de los menores en los casos en los que es obligatorio.
De todos ellos, ningún conductor dio positivo en las pruebas de alcoholemia o drogas de su última campaña. Un dato que nos tranquiliza y que nos lleva a pensar que el reciente accidente ocurrido en Fuenlabrada, con el conductor que había consumido cocaína, fue un caso aislado y que los profesionales realmente lo son.
Más allá de estos datos, nos planteamos si las empresas de transporte no deberían llevar a cabo controles internos con sus conductores. Algún reconocimiento “sorpresa” con pruebas toxicológicas sería una buena labor para evitar casos como el recientemente acontecido. Por otro lado, pensamos que todos los autobuses (sin contar los de transporte urbano) deberían disponer de cinturones de seguridad. El propio monitor del autobús y nosotros desde casa deberíamos educar a nuestros hijos de cómo deben comportarse cuando viajan en bus, es decir, hacerles entender que la forma más segura de viajar en el autocar es sentado y con el cinturón de seguridad abrochado.
Una vez más, reclamamos que para aumentar la seguridad vial de los más jóvenes no hay nada mejor que una asignatura de seguridad vial en los centros de enseñanza; pero también debemos hacer autoconciencia y dar ejemplo a nuestros hijos desde casa mostrándoles que siempre debemos ponernos el cinturón de seguridad y cumplir con las normas viales (tanto en coche como en autobús), así como siendo respetuosos con el resto de usuarios de la vía.
Por otro lado, en este caso agradecemos a la DGT sus campañas de control a los conductores de transporte escolar así como a los vehículos. No estaría de más que estas campañas fueran habituales y que también se vigilara exhaustivamente los vehículos de transporte de mercancías de todo tipo (furgonetas, camiones ligeros, vehículos de reparto), que en ocasiones circulan en unas condiciones pésimas poniendo en peligro la seguridad, tanto del conductor y ocupantes, como del resto de usuarios de la vía.

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