Hoy por hoy, casi todos sabemos qué son los Dummies. Su nombre proviene del alemán “Dumm”, que significa literalmente “tonto”. Básicamente, los dummies son maniquíes con forma humana especialmente diseñados para conocer los efectos de todo tipo de impactos en los vehículos en las personas. Pero, ¿cómo han logrado mejorar nuestra seguridad vial?
Los dummies, gracias a la cantidad inmensa de sensores que almacenan, miden toda la información posible respecto a la deceleración, la fuerza y la velocidad de impacto, la torsión del cuerpo… así, contribuyen desde el principio de su historia amejorar las características de los coches y de su seguridad, para prevenir los daños de los ocupantes de los automóviles en caso de accidente.
Las primeras pruebas de choque se hacían con animales
Aunque no te lo creas, previamente se estudiaban los accidentes de tráfico y sus consecuencias gracias a animales (sobre todo cerdos), e incluso a cadáveres de personas reales. También, voluntarios vivos se prestaban a todo tipo de experimentos con tal de lograr desarrollar todo tipo de vehículos (no sólo coches, sino también aeronaves, por ejemplo), más seguros para las personas. Uno de los ejemplos más conocidos es el del coronel John Paul Stapp, de la fuerzas aéreas de los Estados Unidos (se subió en un vehículo impulsado por cohetes alcanzando más de 1000 km/h y deteniéndose en menos de un segundo para estudiar la aceleración, la fuerza y la desaceleración en el cuerpo humano).
Aunque no te lo creas, previamente se estudiaban los accidentes de tráfico y sus consecuencias gracias a animales (sobre todo cerdos), e incluso a cadáveres de personas reales. También, voluntarios vivos se prestaban a todo tipo de experimentos con tal de lograr desarrollar todo tipo de vehículos (no sólo coches, sino también aeronaves, por ejemplo), más seguros para las personas. Uno de los ejemplos más conocidos es el del coronel John Paul Stapp, de la fuerzas aéreas de los Estados Unidos (se subió en un vehículo impulsado por cohetes alcanzando más de 1000 km/h y deteniéndose en menos de un segundo para estudiar la aceleración, la fuerza y la desaceleración en el cuerpo humano).
Pero, los estudios no eran efectivos. Evidentemente, no se podían estudiar impactos severos con personas vivas y en los animales o los cadáveres los datos no eran realmente fiables del todo (por no hablar de los problemas éticos de estas prácticas).
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