Los árboles al borde de nuestras carreteras fueron progresivamente desapareciendo. Y es que suponen un peligro en caso de accidente. En Francia, por ejemplo, 326 personas fallecieron en 2013 al chocar contra un árbol. Sin embargo, algunos estudios abogan por la presencia de árboles, pues favorecerían la seguridad.
Muchos consideran que los árboles son un peligro y, desde las administraciones, proceden a la tala de árboles. Sin embargo, muchos otros piensan que en realidad son un factor agravante, como puede ser la velocidad, pero no son una causa de accidente. Las verdaderas causas siguen siendo las distracciones, el alcohol y los comportamientos de riesgo en general.
Árboles sí, árboles no
Si en algunos países europeos los muertos en un accidente de tráfico tras chocar contra un árbol representan el 10% de los fallecidos, la tala de árboles cerca de la carretera responde, dicen los partisanos de los árboles, a una operación política a bajo coste.
Sin embargo, no debemos olvidar que los países miembros de la Unión Europea deben respetar las directivas europeas y conservar el entorno y los paisajes. Es decir, tampoco se pueden talar los árboles porque sí. La necesidad de mejorar la seguridad se da de bruces contra la protección del medioambiente.
En el Reino Unido existe también una cierta polémica acerca de la presencia de los árboles al borde de las carreteras. Mientras unos quieren simple y llanamente eliminarlos, otros quieren conservarlos alegando que una carretera sin árboles favorece la pérdida de concentración y el aumento de la velocidad reglamentaria.
Según el servicio de estudios técnicos de las autopistas galas, el SETRA, los árboles sí ofrecen una serie de ventajas, entre ellas, la mejor visualización de la carretera, una mejor apreciación de las distancias, una mayor sensación de velocidad y el “efecto muro” (a velocidad parece que circulemos entre dos paredes) incita a reducir la velocidad.
Ilusión óptica
Así, en el condado de Norfolk (Reino Unido), las autoridades optaron por una solución piloto que consiste en reducir el espacio entre los árboles y más cerca del borde de la carretera. Plantaron 200 árboles en cuatro municipios (Martham, Horstead, Mundesley and Overstrand) con el objetivo de reducir la velocidad de los automovilistas entre 2 y 3 mph (entre 5 y 8 km/h).
En algunos casos, plantaron los árboles con una distancia decreciente entre ellos en la entrada de los pueblos. De este modo, la sensación de velocidad se ve amplificada e incita a los automovilistas a ir más despacio. La visión periférica del conductor le da la sensación de ir más deprisa de lo que va en realidad.
Otro de los métodos empleados consiste en plantar los árboles en diagonal al acercarse de la entrada del pueblo; cuanto más cerca de la zona habitada, más cerca de la carretera está el árbol. El automovilista tiene así la sensación que la carretera se va estrechando a medida que llega al pueblo. Es sólo un efecto visual, porque el ancho de la carretera no varía.
Por último, en algunos pueblos han vuelto a plantar árboles en la calle principal, como antaño, para que el pueblo, es decir, la zona habitada vuelva a ser dominante. La idea es que el conductor tenga realmente la sensación de entrar en una zona habitada y reduzca su velocidad.
Según el condado de Norfolk, el efecto de estas medidas ha sido positivo, pues los accidentes han bajado un 20%. En todo caso, la medida ha sido muy bien acogida, ha contribuido a reducir los accidentes y la velocidad media de los que pasan por esos pueblos de manera mucho más eficaz -y económica- que la presencia de un radar.
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